viernes, marzo 03, 2006
¿En Busca Del Tiempo Perdido?
Perséfone, hija de Deméter, sufre un contratiempo que modificará substancialmente la vida del hombre sobre la tierra.
El hecho ocurrió más o menos así: la joven es raptada por Hades y obligada a descender con él a los infiernos.
Su madre la buscará en forma desesperada y le exigirá a Zeus su retorno al mundo de los vivos; entretanto, abandonará su trabajo de regidora de la agricultura, haciendo peligrar la existencia de toda la humanidad.
Pero, durante su temporada en el infierno, Perséfone prueba un fruto del jardín del Tártaro, por lo que deviene habitante de los dos mundos. Deberá pasar entonces tres meses en el infierno y el resto del año en el Olimpo.
Deméter, sin embargo, no conforme con esta decisión, decide castigar a la tierra con la infertilidad durante la ausencia de su hija, para hacerla renacer con un estallido de frutos y granos en cada retorno de la joven.
Invierno y primavera, la inmortalidad de la vida queda garantizada así a través de la inmortalidad de la muerte.
Cierto es que el episodio narrado fue un asunto entre dioses.
La disputa involucraba nada menos que a Zeus, dios supremo del Olimpo; a Hades, dios supremo de los muertos; a Deméter, diosa responsable de la alimentación, y a su hija Perséfone, ubicada ahora en una curiosa frontera.
Cosa de los celestes, habrán pensado los hombres, que, dicho sea de paso, ya debían estar acostumbrados a los caprichos pasionales de los divinos.
Y así habrán esperado su destino, conscientes de que la última palabra estaba en poder de aquéllos.
El hecho ocurrió más o menos así: la joven es raptada por Hades y obligada a descender con él a los infiernos.
Su madre la buscará en forma desesperada y le exigirá a Zeus su retorno al mundo de los vivos; entretanto, abandonará su trabajo de regidora de la agricultura, haciendo peligrar la existencia de toda la humanidad.
Pero, durante su temporada en el infierno, Perséfone prueba un fruto del jardín del Tártaro, por lo que deviene habitante de los dos mundos. Deberá pasar entonces tres meses en el infierno y el resto del año en el Olimpo.
Deméter, sin embargo, no conforme con esta decisión, decide castigar a la tierra con la infertilidad durante la ausencia de su hija, para hacerla renacer con un estallido de frutos y granos en cada retorno de la joven.
Invierno y primavera, la inmortalidad de la vida queda garantizada así a través de la inmortalidad de la muerte.
Cierto es que el episodio narrado fue un asunto entre dioses.
La disputa involucraba nada menos que a Zeus, dios supremo del Olimpo; a Hades, dios supremo de los muertos; a Deméter, diosa responsable de la alimentación, y a su hija Perséfone, ubicada ahora en una curiosa frontera.
Cosa de los celestes, habrán pensado los hombres, que, dicho sea de paso, ya debían estar acostumbrados a los caprichos pasionales de los divinos.
Y así habrán esperado su destino, conscientes de que la última palabra estaba en poder de aquéllos.
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Revista Contratiempo, Bs. As. Argentina