jueves, octubre 12, 2006
Hallan Bajo El Agua Un Esqueleto De 236 Años
En Puerto Deseado, Santa Cruz. Pertenece a un tripulante de unos 25 años, que viajaba en la corbeta inglesa Swift al hundirse en 1770.
Los huesos de un esqueleto completo del naufragio de la corbeta inglesa Swift, hundida en 1770 en las costas de Puerto Deseado, en Santa Cruz, fueron descubiertos por científicos del Programa de Arqueología Subacuática del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (Inapl).
Es la primera vez que se encuentran restos humanos bajo aguas argentinas y durante una investigación arqueológica.
Los análisis realizados hasta ahora indican que se trataba de un hombre de unos 25 años, que medía poco menos de 1,70 metros de estatura, era diestro y tenía una dentadura casi perfecta.
Hace 236 años, las potencias marinas España, Francia e Inglaterra se disputaban el mundo. Así fue que en 1770 y con destino a Puerto Egmont (base británica en las islas Malvinas), la Swift emprendió un viaje de reconocimiento geográfico con un centenar de tripulantes.
Según los documentos históricos, sus 28 metros de eslora y 8 de manga no pudieron con un viento fuerte que los llevó hacia la costa. La nave embistió una roca a 40 metros del litoral y se hundió. La mayoría logró llegar a tierra firme, pero murieron el cocinero, cuyo cuerpo apareció flotando al día siguiente, y dos infantes de marina.
El esqueleto hallado corresponde a uno de ellos, y la hipótesis de los investigadores es que murió ahogado porque, quizá, no tuvo tiempo de abandonar la cámara del capitán, en la que estaba antes del hundimiento.
El excelente estado de conservación sorprende a la doctora Dolores Elkin, directora del proyecto e investigadora del Conicet, y a su colega, el doctor en ciencias naturales Gustavo Barrientos, a cargo del mayor hallazgo que dio hasta ahora el estudio de la corbeta desde 1998.
"Hay materiales adheridos a algunos huesos. Parecen ser vestigios de vestimenta. Esto, más el muy buen estado y el alto grado de articulación de los huesos, reafirma la idea de una rápida cobertura del cuerpo con sedimentos, con muy poco o nulo contenido de oxígeno", explica Barrientos.
Ricardo Bastida, biólogo marino de la Universidad de Mar del Plata y especialista en biodeterioro, agrega: "El sedimento [barro] funciona como una barrera al aislar los objetos de organismos que lo deterioran, como la masa de agua y las corrientes. La ría de Puerto Deseado tiene un gran proceso de sedimentación y, además, la Swift está rodeada de una construcción portuaria: todos los objetos enclavados en el fondo actúan como una trampa de sedimento".
Las bajas temperaturas de las aguas (entre 4 y 11°C) también aportaron a la protección de los restos del náufrago. Pero ¿qué nos puede decir un esqueleto de más de 200 años? Muchísimo.
Se trataba de un hombre de unos 25 años al momento de morir, de alrededor de 1,67 metros de estatura y diestro. "Todos poseemos algún grado de asimetría entre los lados derecho e izquierdo -señala Barrientos-. En general, los huesos del lado de uso habitual son más robustos o ligeramente más largos. En este caso, el lado derecho posee más desarrollo que el izquierdo."
Según Elkin, "la salud de los huesos era buena [sin evidencias de pérdida de masa ósea] y similar a la de hombres blancos actuales de su misma edad".
Barrientos reconstruyó el cráneo, la única parte fragmentada del esqueleto, y midió los dientes. Su estado era bueno, sin pérdida de piezas en vida y con sólo tres caries pequeñas. Más adelante, al estudiar la composición química de los huesos, agregó: "Conoceremos la dieta: si comía más vegetales o carnes".
El hallazgo no fue de un día para el otro. El arqueólogo Amaru Argüeso, primero, y el codirector del proyecto Damián Vainstub, después, fueron quienes dieron con la osamenta. Todo empezó en noviembre último, al iniciar la última temporada de trabajos financiada por el municipio de Puerto Deseado.
En su turno de buceo, Argüeso encontró dos zapatos y notó la cercanía entre ambos. Vainstub tomó la posta y dio con el mayor logro de diez temporadas de trabajo y más de 300 piezas de información. Huesos del pie, la tibia, el peroné, todo indicaba que no había límites para soñar con el resto.
Finalmente, en febrero pudieron decir "misión cumplida" al recuperar todas la partes del fondo del mar. "Jamás sentí miedo -dice Vainstub-. Sí un inmenso respeto y empatía con ese tripulante que iba en ese barco."
Para su compañero, la sensación es de "un viaje en el tiempo; ser el descubridor de algo oculto por mucho tiempo". Elkin considera extraordinario el fruto de esta última temporada.
A Marcelo Rosas, que en 1982 descubrió la Swift, y a los buzos, que hace más de 8 años desentrañan el enigma de la vida a bordo de la corbeta, el cada vez menos desconocido esqueleto quizá les dé la mayor satisfacción pronto.
Si existen familiares vivos de los dos tripulantes desaparecidos y si la conservación del ADN es adecuada, entonces el esqueleto podría tener nombre y apellido.
Por Emilse Pizarro
De la Redacción de LA NACION
01/09/2006.
El descubrimiento del esqueleto es sólo una de las revelaciones del trabajo del Inapl. Otras incluyen vasijas, botellas, un reloj de arena y una horma de zapato. Todos "hablan": la vajilla hallada en la cámara del capitán refleja la diferencia de status con el resto de la tripulación; un vaso con cáscara de huevo de pingüino indica que la dieta incluía productos de la región, y una tetera con motivos chicos revela el intercambio cultural y comercial de la época y que se mantenía la costumbre inglesa durante el viaje.